Está situado en la partida denominada, partida del Molí del Salt. Se llega a él, pasando por una fuente (la Font de la Teulería) y lo que queda del acueducto del mismo nombre, por un molino (Molí de les Penyes del Salt construido en 1852 por Francisco Ximeno Blanes) y por un antiguo puente.
La bajada hasta el molino está habilitada con una escalera de mampostería, por lo que el acceso es factible a cualquier persona. Sin duda, el molino del Salt es el más singular y espectacular de toda la comarca. Se encuentra en un emplazamiento de paredes verticales y agua. El río, causante de esta maravilla natural, transcurre antes de llegar al molino, por un desfiladero calcáreo que en las proximidades del molino realiza un salto de agua de casi veinte metros de altura.
El molino puede ser visitado en cualquier momento pues se trata de un paraje de libre acceso. Actualmente, el molino se encuentra en un estado de ruina bastante avanzado: todos los tejados se han hundido, quedando solo las paredes. El edificio todavía tiene todas las puertas y también las esquinas de sillares, algunos de cierta magnitud, igual que las paredes, tanto la que se levanta sobre la roca a la orilla del río como la que se encuentra en la vertiente de la montaña.
Este molino se construyó durante la década de 1760-1770 y sus propietarios, los condes de Revillagigedo, lo arrendaron a varios molineros antes de venderlo en 1865 a Don Benjamín Barrié Dosonié, cónsul de su Majestad Británica al Reino de Valencia. En 1899, Luís Orta Montpartler, vecino de Benilloba, compró el molino en nombre de la Sociedad Eléctrica de Benilloba (La Fàbrica de la Llum).